lunes, 29 de octubre de 2012

La revolución necesaria - Peter Senge




A continuación un párrafo del libro, que no es ni más ni menos que un llamado de atención, sobre la imperiosa necesidad que tenemos en todo el mundo de cuidar el medio ambiente.


La elección detrás de nuestras elecciones
Un principio central de una sociedad regenerativa es que la vida crea condiciones para la vida.
Cuando se trata de decidir cómo abordar asuntos clave tales como energía, agua y otros recursos, podemos adoptar ese principio o resignarnos al hecho de que nuestro tiempo será breve. ¿Por qué? Porque cuanto más optemos por el viejo modelo de la Era Industrial, más arriesgamos las condiciones que soportan y generan la vida. Y cuanto más severos lleguen a ser nuestros problemas de sostenibilidad, más difícil se hará invertir en alternativas, debido a que los ecosistemas cada vez más estresados demandarán esfuerzos reactivos inmediatos que limitan nuestra capacidad para, en realidad, innovar el futuro.
Obviamente, la burbuja de la Era Industrial es una metáfora, pero es una manera útil de examinar la situación actual y puede servirnos para hacer elecciones a medida que avanzamos. La burbuja se sostiene por las selecciones que hacemos todos los días: lo que compramos, lo que hacemos y cómo lo hacemos, cómo nos relacionamos uno con otro. Las elecciones que refuerzan la economía extractiva del “tome-haga-desperdicie” se basan en los supuestos, creencias y maneras del ver el mundo que hemos desarrollado a lo largo del tiempo, y que a estas alturas están hondamente incrustadas en la sociedad moderna. Por ejemplo:

  • La energía es infinita y barata.
  • Siempre habrá suficiente espacio donde botar nuestros desperdicios.
  • Los seres humanos no pueden de ninguna manera alterar el medio ambiente global. Por ejemplo, los patrones climáticos seguirán relativamente estables no importa como actuemos.
  • Los seres humanos son la especie primordial sobre la tierra; las demás son menos importantes, y muchas no importan nada.
  • Los recursos básicos como el agua y el suelo fértil son ilimitados. Si se encuentran límites o problemas, los mercados y las nuevas tecnologías reasignarán recursos financieros para que podamos mantener nuestras formas actuales de vivir y trabajar.
  • La productividad y la estandarización son las claves del progreso económico.
  • El crecimiento económico y un creciente producto nacional bruto son la mejor manera de beneficiar a todos y reducir las desigualdades sociales.
Por el contrario, la vida más allá de la burbuja se basará en elecciones que reflejen creencias, supuestos y principios orientadores muy diferentes tales como:

  • Aprovechar el flujo. Vivir dentro de nuestro ingreso energético, dependiendo de las formas de energía que provienen de fuentes renovables tales como el sol, el viento, las olas marinas y los insumos biológicos.
  • Cero al basurero. Todas las cosas (vehículos, iPods, edificios de oficinas, herramientas mecánicas…) son 100% reciclables, refabricables y susceptibles de convertir en compost.
  • Estamos tomando prestado el futuro de nuestros descendientes y tendremos que pagarlo. Nuestra primera responsabilidad es dejar una biósfera global saludable para nuestros hijos, sus hijos, los hijos de sus hijos, etc.
  • Somos sólo una de las maravillas de la naturaleza. Somos sólo una de las especies que importan, y todos dependemos de las demás en formas que ni siquiera podemos imaginar.
  • Valorar los servicios de la tierra, que son gratis para los que los aprecian. Los ecosistemas saludables son preciosos y deben ser tratados como tales.
  • Adoptar la variedad, construir comunidad. La armonía dentro de la diversidad es una característica de los ecosistemas y sociedades sanos.
  • En la aldea global sólo hay un bote, y un orificio en él nos hunde a todos. Nuestra seguridad y bienestar mutuos dependen del respeto y el interés por todos. Si cualquiera de nosotros está inseguro, entonces todos lo estamos.
Por último una sociedad regenerativa es una sociedad floreciente. Con la revolución no se trata de desesperarnos, sino de redescubrir lo que más valoramos. Se trata de hacer de  la calidad de vida algo central para nuestras comunidades, empresas, escuelas y sociedades. Se trata de reconectarnos con nosotros mismos, uno con otro, y con nuestros compañeros, no humanos, habitantes de la tierra.

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